El porqué del boicot a Sudáfrica ayer y a Israel hoy |
AUTOR: Agustín VELLOSO |
¿Por qué boicotear a Israel en 2010? En 2010 se cumplen cincuenta años del comienzo del boicot a Sudáfrica y cinco del boicot a Israel. A pesar del tiempo transcurrido y de las diferencias que existen entre uno y otro caso, el establecimiento del apartheid en Sudáfrica, la complicidad de la comunidad internacional, el apoyo de Israel a Sudáfrica, la resistencia de los negros y la participación internacional de los ciudadanos de conciencia mediante el boicot, responde bien a las dudas de los que se preguntan por qué habrían de boicotear a Israel. También guarda interesantes lecciones para los que ya son partidarios del BDS y advertencias para los activistas. Lo que se propone a continuación es un ejercicio de comparación histórica que sirve para entender mejor lo que ocurre en Palestina a la luz de lo ocurrido en Sudáfrica.
Apartheid en Sudáfrica y sionismo en Palestina En 1948 se estableció el Estado de Israel en Palestina y el Partido Nacional tomó el poder en Sudáfrica, el cual mantuvo hasta 1994. Inmediatamente y durante los años siguientes, los gobiernos de ambos países legislaron y actuaron con decisión en contra de los palestinos y los negros y a favor de los judíos y los afrikáners respectivamente. El fin último del Partido Nacional era desplazar a todos los negros sudafricanos a las áreas reservadas para ellos, los bantustanes, y otorgarles un permiso para desplazarse como ‘trabajadores invitados’ al territorio reservado a los afrikáners, aproximadamente el 87% del país. El fin último del sionismo, encarnado en Israel, es que su territorio (cuyas fronteras nunca ha definido) sea exclusivamente para todos los judíos del mundo: “el Estado de Israel se considera la creación de todo el pueblo judío y sus puertas están abiertas, de acuerdo a sus leyes, para todos los judíos que deseen inmigrar.” http://www.mfa.gov.il/MFA/MFAArchive/2000_2009/2001/8/The%20Goals%20of%20Zionism%20Today Tanto los sionistas en Palestina como los afrikáners en Sudáfrica forman una minoría beligerante contra la mayoría de sus habitantes. Originalmente provienen del exterior para establecerse en medio de una gran mayoría de población autóctona árabe y negra respectivamente, con grave daño para éstas. Lógicamente su dominio sólo puede asegurarse mediante la fuerza de las armas y con un sistema político ilegítimo amparado por leyes repugnantes. Para los blancos, los negros tenían que servir a los primeros como mano de obra barata, sujetos a todo tipo de restricciones y sevicias, además de conformarse con ello so pena de pagar con la cárcel o incluso la vida cualquier manifestación de protesta y resistencia. Los palestinos que se convirtieron sin quererlo en ciudadanos israelíes en 1948, quedaron sometidos a la ley marcial durante los quince años siguientes (lo que incluye detenciones arbitrarias, o sea, no dictadas por un juez, expulsiones y toques de queda) a diferencia de los judíos, que no quedaron afectados por esa legislación. Tierras pertenecientes a los palestinos fueron confiscadas y en adelante destinadas exclusivamente a los judíos. Posteriormente han vivido hasta la fecha – y su situación va a peor- sometidos a una amplia discriminación legal por parte del gobierno y a otra de trato por parte de la mayoría de la población judía. Los palestinos que vivían en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este cuando Israel ocupó estas áreas mediante la guerra de 1967, han permanecido desde entonces bajo ocupación militar, sometidos además a ataques mortíferos, deportaciones, encarcelamientos masivos e incluso asedio como ocurre actualmente en Gaza desde 2007.
Deshumanización de los negros y de los palestinos El teniente coronel Pienaar, que en marzo de 1960 mandaba la fuerza policial en Sharpeville responsable de la matanza de negros que se manifestaban contra la segregación racial, declaró tras los hechos que “la mentalidad de los nativos no les permite reunirse para manifestarse de forma pacífica. Para ellos reunirse significa violencia.” También negó “haber dado la orden de disparar y añadió que no lo hubiera hecho en tal situación.” (Ambrose Reeves: The Sharpeville Massacre - A watershed in South Africa http://www.sahistory.org.za/pages/library-resources/articles_papers/1960-sharpeville-massacre-rev-ambrose.html) La deshumanización de la víctima es parte esencial del apartheid y del sionismo. Las palabras con las que los líderes israelíes definen a los palestinos no dejan dudas al respecto. Rafael Eitan, jefe del ejército israelí: “cuando hayamos colonizado la tierra, todo lo que los árabes serán capaces de hacer será corretear de un lado para otro como cucarachas drogadas en una botella.”http://news.bbc.co.uk/2/hi/middle_east/4034765.stm Golda Meir, primera ministra: “no existe algo llamado pueblo palestino… No es que nosotros vinimos y les echamos fuera y nos apropiamos de su país. Los palestinos no existían.”http://www.monabaker.com/quotes.htm Menachem Begin, primer ministro: (los palestinos) “son bestias que caminan sobre dos patas.”http://www.monabaker.com/quotes.htm
La mentira y la propaganda como política paralela a la de los crímenes de Estado Israel se niega sistemáticamente a reconocer los crímenes que comete y si no puede hacerlo porque hay testigos que no puede silenciar como a los palestinos, o son de enorme envergadura, como el ataque contra Gaza en diciembre de 2008, entonces miente sobre lo sucedido y utiliza la letanía de los cohetes disparados por Hamas, del derecho a la defensa propia, de sospechosos terroristas que se dirigían a realizar un atentado, etc. Lo hace porque sabe que la opinión pública mundial no se va a tomar la molestia de ir más allá de los titulares de la prensa que le es favorable y que raros son los que van a consultar los informes de derechos humanos de la ONU, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, por no hablar de las organizaciones de defensa de los derechos humanos palestina: el Centro Palestino por los Derechos Humanos, Badil, Stop the Wall, etc., que dejan patente las graves violaciones que comete continuamente Israel contra los palestinos. En junio de 2006 un proyectil disparado por el ejército israelí mató a siete palestinos de una misma familia -cinco niños entre los muertos- que estaban pasando el día en la playa de Gaza. La maquinaria propagandística de Israel se puso en marcha de inmediato y el mundo recibió la noticia de que una mina terrestre plantada por Hamas había sido la causa de la mortandad. Hizo falta que Human Rights Watch enviase al lugar un experto militar, antiguo asesor del Pentágono, Marc Garlasco, para que algún medio se hiciese eco de su informe: “la explicación del ejército israelí es profundamente incorrecta. Entre los restos de metralla había una pieza grabada con las cifras 155MM. Este proyectil es el que usa Israel en los cañones con los que regularmente bombardea el norte de Gaza”http://www.guardian.co.uk/world/2006/jun/14/israel1
Las condenas sin sanciones por parte de la comunidad internacional equivalen a connivencia con el Estado delincuente La matanza de Sharpeville provocó una condena mundial y la petición de sanciones. En los meses siguientes se produjeron diversos movimientos diplomáticos, entre los que destaca la abstención de Francia y el Reino Unido en la votación de la resolución del Consejo de Seguridad que pide el fin del apartheid (RCSNU S/4300) y la oposición del representante de Estados Unidos, que critica la imposición de sanciones contra Sudáfrica y afirma que su país se opondrá a las mismas. Por su parte, la Asamblea General, en su resolución no vinculante 1761, de 1962, pide a sus miembros de forma individual o colectiva la ruptura de relaciones diplomáticas con Sudáfrica en conformidad con la Carta, así como el boicot comercial y otras medidas similares. En 1963, frente a la creciente tendencia internacional a favor de sancionar y aislar al gobierno sudafricano, el embajador estadounidense en la ONU critica esta posición con el argumento de que no obtendrá el resultado buscado y provocará la intransigencia del gobierno. No obstante, se toman algunas medidas menores relativas al comercio de armas, se discute sobre si el embargo ha de distinguir entre las de represión interna y las de defensa, etc. Sudáfrica hace caso omiso de la Resolución del Consejo de Seguridad 276, de 1970, avalada por la Corte Internacional de Justicia, que declara ilegal la ocupación de Namibia por parte de Sudáfrica. Francia y el Reino Unido se abstienen. En 1976 se produce una nueva matanza de cientos de negros, entre ellos numerosos niños, en Soweto. Esto provoca una oleada de condenas internacionales y algunas empresas extranjeras comienzan a retirar dinero del país. Desmond Tutu viajó a Estados Unidos a finales de 1984, donde criticó la política de ‘diálogo constructivo’ de este país y señaló que podría acabar con el apartheid “mañana mismo” con una política de firmeza. Mientras, la firmeza se emplea en la represión contra los negros: el gobierno declara el estado de emergencia en 1986 y la policía mata a cientos de manifestantes a lo largo del año. Israel recibe, en el peor de los casos, condenas por actos similares y más crueles. Sin embargo, no es mediante la oratoria de presidentes, ministros de asuntos exteriores y Secretarios Generales de la ONU como se hace justicia, sino con la firme aplicación de la ley para casos de graves violaciones de los derechos humanos. En Palestina no hay justicia, pero la comunidad internacional espera que haya paz sin trabajar para conseguir primero aquella. La respuesta del Estado delincuente a las protestas: represión sin límites En 1977 el líder del Movimiento de la Conciencia Negra, Stephen Biko, es asesinado bajo custodia policial. Inmediatamente el gobierno arresta a otros líderes para evitar movilizaciones en la calle. La lista de líderes palestinos asesinados dentro y fuera de Palestina es larga y la de presos resulta increíble: cerca de 10.000. Durante años, sin juicio en muchos casos -lo que se conoce como arresto administrativo- torturados, sin derecho a visitas familiares, en condiciones indignas. Nadie está seguro con un Estado delincuente como Israel, ni militantes, ni palestinos ajenos a la resistencia. Por supuesto tampoco niños que tienen la mala fortuna de vivir en un área donde habita un miembro de la resistencia o que pasa por una calle donde tiene lugar un “asesinato selectivo”. En julio de 2002 un misil israelí acabó con la vida del líder de Hamas Salah Shehadeh, su mujer, sus hijos y varios vecinos. En 2009 se presentó una querella criminal en España contra los responsables –que obviamente no fueron juzgados en Israel ni en ningún otro país- sobre la cual la justicia española se declaró incompetente. Israel emplea la más dura represión contra todo tipo de resistencia, no sólo la armada, como quiere hacer creer la propaganda sionista (que omite que ésta es legítima bajo ocupación militar y a cambio la califica de ‘terrorista’), sino contra todos los palestinos. La cifra de cuatrocientos niños asesinados por uno de los ejércitos más poderosos del mundo en el ataque contra Gaza en un mes entre 2008 y 2009 ofrece una idea concisa de lo que es terrorismo. Éste es practicado a diario durante años por Israel y el “mañana mismo” de Tutu parece inalcanzable para los que aún permanecen con vida. Los pueblos cisjordanos de Ni’lin y Bi’lin, famosos internacionalmente por sus manifestaciones pacíficas y su “resistencia no violenta contra la ocupación” contra el muro de separación, cuentan con cientos de heridos, otros tantos de detenidos y una decena de muertos a manos del “ejército más moral del mundo” y de sus francotiradores, respectivamente. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94854 Gracias a la complicidad internacional, Israel y Sudáfrica se burlan el embargo En 1977 la Resolución 418 del Consejo de Seguridad declara el comercio de armas con Sudáfrica “una amenaza para la paz” y aprueba un embargo obligatorio de éstas. Hay que resaltar que no se declara el apartheid una amenaza para la paz, lo cual resulta sorprendente, especialmente si se considera que aquél estaba en vigor desde 1948 –es decir, 30 años- y que Sudáfrica había atacado militarmente a países vecinos. Con todo, lo peor es que el embargo se burló, en gran parte debido a que el Consejo de Seguridad estableció un Comité de Sanciones, pero sin dotarle de un sistema de control para el caso. Cuesta creer que este fallo fuese involuntario en políticos de categoría y experiencia acorde a las funciones del Consejo de Seguridad. Según el informe de expertos de la ONU sobre embargo y sanciones de 1999, “quedó claro que las armas continuaron llegando a Sudáfrica”. La conclusión de los expertos es que “el embargo de armas no consiguió degradar la capacidad militar de Sudáfrica. Al contrario, el régimen racista logró aumentar su producción interna de armas. Hubo numerosos informes de intercambios secretos de armas con otros países y de que el embargo no fue unánimemente respetado.” Israel tuvo el papel más destacado en esta violación del embargo. Los intercambios políticos y militares entre ambos países no pudieron ser más estrechos, lo cual incluye tratos con dirigentes sudafricanos que eran nazis y el desarrollo conjunto de tecnología y armamento nucleares. El primer ministro Rabin recibió en Jerusalén en 1976 al primer ministro sudafricano Vorster, quien había estado internado en un campo de concentración británico por nazi y había mandado a su ejército a invadir Angola. En la cena de gala Rabin “brindó por los ideales comunes de justicia y coexistencia pacífica”. Vorster correspondió declarando que “Israel y Sudáfrica son víctimas de los enemigos de la civilización occidental.” Han pasado 35 años y las mentiras de los gobernantes no han cambiado, las injustas relaciones internacionales tampoco. Se puede consultar al respecto el interesante artículo (del que se extrae la cita anterior y que presenta de forma breve y fidedigna el meollo del asunto publicado también en diversos libros): “Hermanos de armas: el pacto secreto de Israel con Pretoria”, de Chris McGreal, publicado por The Guardian el 7 de febrero de 2006. Estados Unidos: el paladín de los estados delincuentes y criminales Lejos de las reuniones bilaterales en Jerusalén, la Asamblea General sigue enfrentada al Consejo de Seguridad por causa del apartheid. El antidemocrático derecho de veto de sus cinco miembros permanentes deja en un lodazal las decisiones de la mayoría. Aquella aprueba en 1977 una recomendación para que éste imponga un embargo de petróleo a Sudáfrica, pero una vez más Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros países poderosos se abstienen. En 1981, con la llegada de Reagan a la presidencia de Estados Unidos, su Departamento de Estado anuncia una política de “diálogo constructivo con Sudáfrica”, política exterior que recuerda inmediatamente a la de España en la actualidad. En realidad, eso significaba entonces apoyo a Sudáfrica, como hoy día significa apoyo a Israel. Obama dijo lo mismo al presidente de Líbano en la visita que éste hizo a Washington en diciembre de 2009 al referirse a la paz en la zona: “Lo que compartimos es un compromiso para resolver estas cuestiones mediante el diálogo y las negociaciones en vez de mediante la violencia”. Estados Unidos estaba dispuesto a llegar aún más lejos. En ese mismo año de 1981 rompe con la exigencia común de sus aliados Reino Unido, Francia, Alemania y Canadá a Sudáfrica de llevar a cabo el plan de las Naciones Unidas para la independencia de Namibia y lo une a la retirada de tropas cubanas de Angola. En los años siguientes las dos potencias mundiales, Estados Unidos y la Unión Soviética, se enfrentan por medio de países interpuestos en África Austral, que reciben suministros de armas de uno y otro. Israel es desde hace muchos años el primer receptor de ayuda militar estadounidense. Desaparecida aquélla y ahora proveedor universal, Estados Unidos firmó en agosto de 2007 un acuerdo con Israel por el que le otorgaba una ayuda militar por valor de 30 mil millones de dólares para los próximos diez años. El mismo vendedor planeaba otro acuerdo militar con sus aliados árabes (Egipto y Arabia Saudita) por valor de 20 mil millones. Según informó entonces el New York Times, fuentes oficiales del Departamento de Estado calificaron la ayuda “como una inversión a largo plazo en la paz.” http://www.nytimes.com/2007/08/16/world/middleeast/16cnd-israel.html?_r=1&hp La verdadera actuación de Estados Unidos respecto de la paz se aprecia bien hoy en Oriente Medio, como se veía ayer en África del Sur, en la última agresión de Israel contra Líbano en 2006: En julio de ese año bloqueó una condena de las Naciones Unidas a Israel y fue el único de los quince miembros del Consejo de Seguridad que bloqueó la petición libanesa de llamada al alto el fuego y cualquier otra medida relativa al cese del ataque israelí sobre Líbano. En agosto intensificó el envío de armas sofisticadas a Israel del tipo que emplea en sus ataques aéreos, concretamente bombas guiadas por láser y por satélite, mientras se multiplicaban las declaraciones de su secretaria de estado, Rice, y su embajador en las Naciones Unidas, Bolton, sobre “el derecho de Israel a defenderse”, “la principal causa del problema es Hizbolah”, “el presidente no va a tomar decisiones sobre asuntos militares que corresponden a Israel”, recogidas por las agencias de noticias de todo el mundo (Reuters, AP, Aljazeera, etc.) El apoyo de la comunidad internacional al Estado delincuente En 1985 el gobernador del banco central sudafricano viaja a Europa en busca de ayuda para solucionar la crisis financiera de su país, pero apenas encuentra apoyo. Por su lado los trabajadores de las minas de oro anuncian una huelga para aumentar la presión. Los políticos israelíes viajan mucho en estos tiempos a Occidente, aunque de forma más o menos disimulada a la vista de las querellas que les llueven desde diversos países, con el fin de llevar su mensaje de “defensa propia”, “guerra contra el terrorismo islámico” y “compromiso con el proceso de paz”, que contrarreste la imagen que tienen entre la ciudadanía de esos países. Lamentablemente se les recibe y lo que es peor, se multtiplican y mejoran los acuerdos de todo tipo en todas las áreas entre la Unión Europea e Israel, a pesar de que las leyes internacionales y europeas prevén la suspensión de la cooperación con países que violen gravemente los derechos humanos. El apoyo de Estados Unidos a Israel es el más notorio, pero es un error grave pensar que la Unión Europea tiene un papel menor. La información que facilita ésta no deja lugar a dudas: “La UE e Israel se han comprometido a establecer una colaboración estrecha que sea beneficiosa en lo político, lo comercial y lo financiero, que incluya la cooperación en materia social, científica, tecnológica y cultural. El objetivo de Plan de Acción es integrar gradualmente a Israel en las políticas y programas europeos. Cada paso a tomar será de mutuo acuerdo y el Plan de Acción está diseñado a medida para reflejar los intereses y prioridades de Israel, así como su nivel desarrollo.” http://ec.europa.eu/external_relations/israel/index_en.htm Poco importa que el Acuerdo Euro Mediterráneo firmado entre la Unión Europea e Israel, publicado en junio de 2000 en el Diario Oficial de las Comunidades Europeas, declare en su artículo primero que uno de los fines del acuerdo es “estimular la cooperación regional, con el objetivo de consolidar la coexistencia pacífica y la estabilidad política y económica”. Su artículo segundo declara que “las relaciones entre los socios y las disposiciones del Acuerdo deberán basarse en el respeto a los derechos humanos y los principios democráticos, los cuales guían su política interna e internacional y constituyen un elemento esencial de este Acuerdo” España mantiene acuerdos de cooperación militar, energía, agricultura, medio ambiente, cultura, educación, impuestos, turismo, etc., con lo que contribuye eficazmente a la ocupación militar israelí. En 1985 el gobierno sudafricano prohíbe a la prensa, la radio y la televisión informar sobre las manifestaciones en áreas designadas como de emergencia y restringe el movimiento de los periodistas. El diario británico The Guardian informa el 10 de enero de 2009 que “durante las dos semanas de bombardeo de la Franja de Gaza, la mayor parte de los periodistas han sido mantenidos fuera de aquella por razones de seguridad. Los israelíes parecen satisfechos con el resultado”http://www.guardian.co.uk/world/2009/jan/10/gaza-israel-reporters-foreign-journalists En Europa no hay protestas ni denuncias contra esta violación de la libertad de información, como tampoco las hay en España contra la imposibilidad de acceder mediante Internet desde los ordenadores de las bibliotecas públicas a las páginas electrónicas de Hamas, debido a que los técnicos tienen órdenes de los responsables políticos de bloquear el acceso a las páginas de la resistencia. Con la censura aquí y la ausencia de información en Palestina, los principales diarios españoles pontifican sobre el problema islamista en Oriente Medio. La colaboración y el apoyo no tienen lugar únicamente entre gobiernos, muchas otras instituciones del Estado cooperan igualmente en su propio ámbito: principalmente empresas y también sindicatos, universidades, centros culturales, asociaciones, etc. El “diálogo constructivo”: luz verde a los crímenes de Israel En 1986 comandos sudafricanos atacan centros del Congreso Nacional Africano en Zimbawe, Botswana y Zambia, que Botha justifica como ataques legítimos contra el terrorismo. Por entonces hacía cuatro años que Israel había invadido Líbano para atacar a las bases de Fatah, donde dejó decenas de miles de muertos y de desplazados internos, además de una ingente destrucción material. Desmond Tutu vuelve a señalar el fracaso de la política de “diálogo constructivo” de Reagan, pide sanciones económicas internacionales y declara que “no hay garantía de que hagan caer al apartheid, pero es la única opción no violenta que nos queda y existe la oportunidad de que funcione”. En 1989, Mobil, la única gran compañía que aún permanecía en Sudáfrica, anuncia su retirada. Diversas empresas están dando algunos pasos en esta línea respecto de Israel, pero el avance es lento. Un recorrido por este ámbito se puede realizar a través de la página web del movimiento BDS:http://www.bdsmovement.net/?q=node/4 También en 1989 Mandela, aún en prisión, se reúne con Botha en su despacho de Ciudad del Cabo. Israel rehúsa continuamente reunirse con los representantes palestinos elegidos democráticamente en las elecciones legislativas de 2006 bajo la mirada de observadores internacionales que certificaron su validez. El trato que Israel da a los líderes palestinos que no son colaboracionistas, consiste en aniquilarlos mediante “asesinatos selectivos” (Abu Ali Mustafa, G Kanafani, Ahmed Yassin, Abdelaziz Rantisi, etc.) o encerrarlos de por vida (Arafat, M. Barghouti, A. Saadat, etc.). El 11 de febrero de 1990 Mandela es liberado sin condiciones, pero mantiene su petición a la comunidad internacional para que mantenga su presión sobre Sudáfrica, con el argumento de que el levantamiento de las sanciones supondría correr el riesgo de parar el proceso hacia el fin total del apartheid. Cuatro días después, 20.000 afrikáners se manifiestan en Pretoria en contra de esa liberación. En verano de 2005, diez mil colonos se manifiestan cerca de Gaza contra la retirada de las colonias en Gaza. La prensa occidental no ha informado de que, según la ley internacional, esa retirada no significa en absoluto el fin de la ocupación militar, ya que es el control del territorio lo que la define y no la posición del ocupante. El Estado delincuente utiliza todos los medios a su alcance A comienzos de los años noventa se recrudece la violencia entre miembros del Congreso Nacional Africano y los de Inkatha, con el resultado de cientos de muertos. Mandela y otros líderes del Congreso acusan a la policía de ponerse del lado de Inkatha y en contra de aquél en un intento de promover las diferencias étnicas y debilitar al Congreso en sus negociaciones con el gobierno. Tras las elecciones legislativas en los territorios ocupados en 2006, unas de las actuaciones del gobierno israelí, secundado firmemente por actores extranjeros, en particular los enviados de Estados Unidos, ha consistido en promover con toda intensidad la lucha interna entre palestinos de los dos principales partidos, Fatah y Hamas, con el mismo resultado: decenas de muertos, violencia en aumento y enorme perjuicio para la causa nacional, lo que juega a favor de los propios instigadores. El uno de septiembre de 1990 se hizo público el informe de investigación del Juez Richard Goldstone acerca de la muerte de 18 manifestantes por disparos de la policía, ocurrido en el anterior mes de marzo en Sebokeng. El informe critica la actuación policial y afirma que la policía empleó una fuerza “desorbitada y sin proporción contra cualquiera que fuese el objetivo legítimo que quisiera conseguir.” Goldstone no pudo sospechar que 20 años después iba a repetir su investigación en Israel y los Territorios Ocupados sobre el ataque de aquél a Gaza, en una escala mucho mayor. Aunque aquel informe le sirvió para forjarse un nombre internacional, Israel y sus aliados han criticado este último y han hecho todo lo posible por desprestigiarlo y por supuesto por negarle la continuidad que exigen sus conclusiones: convertirlo en la base fundamental de un juicio en los organismos internacionales competentes en crímenes de guerra y contra la humanidad. La fuerza de la resistencia popular: firmeza hasta la victoria En febrero de 1991 los países de la Comunidad Europa acuerdan levantar las sanciones económicas una vez que el parlamento sudafricano retire tres leyes básicas del apartheid, pero inmediatamente Mandela amenaza con una movilización generalizada que impida la inversión extranjera si el acuerdo se lleva a cabo. Hasta que no pasan dos años más (durante los cuales se van levantando parcialmente las sanciones) Mandela no solicita públicamente el fin de las sanciones, lo que ocurre el 25 de septiembre de 1993. Dos semanas antes Arafat y Rabin firmaban junto con el presidente Clinton la Declaración de Principios, también conocida como los Acuerdos de Washington. A Israel no se le exigió reconocer los derechos nacionales del pueblo palestino, respetar el derecho al retorno de los refugiados, renunciar a la ocupación... tan sólo aceptar negociar con los palestinos. Éstos, por su parte, aceptaron entrar en conversaciones con el ocupante y agresor a cambio de renunciar a la ley internacional y dejar en olvido las resoluciones de las Naciones Unidas sobre el conflicto israelí-palestino. Hoy día no se puede observar sin asombrarse y sin sentir cierta vergüenza ajena, el recorrido realizado por la Autoridad Palestina en los años malgastados “conversando” desde una posición de debilidad acusada con un enemigo muy poderoso e implacable. En 1993 Mandela y de Klerk reciben el Premio Nobel de la Paz y en mayo de 1994 aquél es elegido como primer presidente democráticamente elegido de Sudáfrica. En Junio de 1994 el Consejo de Seguridad levanta el embargo de armas y Pretoria es admitida de nuevo en las Naciones Unidas y todas sus agencias subsidiarias. En 1994 Arafat, Rabin y Peres reciben el Premio Nobel de la Paz y el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Desde esta fecha, la situación palestina no ha avanzado nada, más bien al contrario, se ha deteriorado enormemente y en ciertos aspectos se puede considerar catastrófica. Han pasado 63 años desde el establecimiento del Estado de Israel, durante los cuales su posición en la escena internacional ha ido en aumento. Los líderes palestinos embarcados en las negociaciones no han conseguido nada con éstas salvo una forma de ganarse la vida. La resistencia palestina opuesta a las mismas ha sido constante y duramente castigada por Israel y sus aliados. Sin embargo, mantiene la dignidad y no cesa, por lo que gracias a ella la situación no es peor. La ley internacional, el apartheid, el sionismo y la ocupación militar El apartheid fue condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 1761 de 1962, por ser una violación de la Carta de las Naciones Unidas y una amenaza a la paz y la seguridad internacionales. El sionismo fue condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1975 “como una forma de racismo y discriminación racial” en su Resolución 3379. En 1991 se convirtió en la única resolución de la ONU que ha sido revocada y desde entonces la situación ha empeorado progresivamente para los palestinos. La ocupación militar por parte de Israel de tierra palestina ha sido declarada ilegal por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en particular mediante la Resolución 242, que declara inadmisible la adquisición de tierra mediante la guerra y exige la retirada del ejército israelí de los territorios ocupados en junio de 1967. Casualmente los judíos israelíes –muchos nacidos en otros países y con la nacionalidad de éstos- disfrutan del 87% de la tierra palestina, mientras que sus habitantes nacidos en ésta permanecen obligados a vivir en porciones aisladas entre sí en el 13% restante sin libertad de movimientos, lo que se conoce también como bantustanes palestinos. Tanto el sistema de apartheid en Sudáfrica, como el de ocupación militar en Palestina, son contrarios a la legislación internacional y así consta en infinidad de documentos de las Naciones Unidas y sus órganos subsidiarios. Para consultarlos se puede acudir a “Las Naciones Unidas en la lucha contra el Apartheid” y “La Cuestión Palestina en las Naciones Unidas”. Sin embargo, de poco les ha servido a sus víctimas este reconocimiento, pues aunque esa misma legislación obliga a los países pertenecientes a la ONU a actuar contra estos sistemas con los medios a su alcance para erradicarlos, la historia muestra que es más bien lo contrario lo que han hecho durante muchos años en el caso de Sudáfrica y lo que siguen haciendo en el caso de Palestina. La situación política de los negros sudafricanos cambió en 1994 con el fin del apartheid y la presidencia del país de Nelson Mandela, pero la de los palestinos, que aparentemente también vivió un vuelco en 1994 con la llegada de Arafat a los Territorios Ocupados y su presidencia de la Autoridad Palestina, ha ido empeorando desde entonces hasta una situación extrema, particularmente en Gaza. Desmond Tutu, arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, declaró tras el último de sus viajes a Palestina que “al pasar por los puestos militares de control me acordaba de cómo habían sido las cosas en mi país bajo el apartheid: la arrogancia de policías y soldados, dependes de su voluntad para pasar o no. Pero hay cosas que pasan en Israel y nunca pasaron en Sudáfrica con el apartheid, por ejemplo, los castigos colectivos” Estos castigos colectivos constituyen crímenes de guerra según la ley internacional, en particular las leyes de guerra y la Cuarta Convención de Ginebra de 1949. De acuerdo con la ley, los palestinos bajo ocupación son personas protegidas y el castigo colectivo que les aplica Israel es en consecuencia un crimen de guerra. La sentencia para los criminales de guerra, como se dictó y llevó a cabo en los Juicios de Nuremberg y en los de Tokio, es la pena capital, que alternativamente se conmuta por cadena perpetua. Cuando más arrecian los crímenes de guerra y contra la humanidad de Israel en Palestina, como en otros lugares de Oriente Medio, aumenta el número de países firmantes de la Carta de las Naciones Unidas que –sin renunciar a ésta- modifican sus leyes nacionales para evitar que sus jueces actúen contra sus responsables. España está entre ellos. Así ha ocurrido con la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, en concreto el artículo 23.4 http://www.nodo50.org/csca/agenda10/palestina/pdf/ArticuloJavierChinchon.pdf La ONU y las sanciones ante el apartheid y la ocupación militar Contrasta la inagotable permisividad de la comunidad internacional y el decisivo apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea hacia Israel, aunque incumple decenas de resoluciones del Consejo de Seguridad, con el caso de Sudáfrica, que fue objeto de diversas medidas de presión por parte de esa comunidad desde 1960 a 1994. La comunidad internacional, eufemismo para designar a Estados Unidos y sus comparsas, sigue sin reaccionar ante la enormidad de los continuos crímenes de Israel desde 1948 contra los palestinos y países de la zona, Líbano en particular y de forma sañuda en 2006. No hay un caso igual en el mundo por su duración -desde el momento de su establecimiento como Estado hace ahora 62 años- y por su crueldad: millones de refugiados sin posibilidad de retorno, miles de muertos, heridos, presos, torturados, expulsados de sus casas sin recurso a la justicia ni derecho a indemnización, generaciones que se suceden bajo ocupación militar, destrucción de viviendas, propiedades, cultivos, infraestructura… Es patente que Israel no tiene reparo alguno en cometer cuantas violaciones desea, ni retrocede ante la gravedad de éstas, más bien al contrario, ya que sabe que no se le juzgará por ello. Gaza ha sido recientemente una atroz muestra de la connivencia internacional con Israel, si es que hacía falta alguna tras más de sesenta años de tolerancia. Todo esto a la vista del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, dotado específicamente mediante la Carta de las Naciones Unidas con “la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales.” La Carta añade que “en el desempeño de estas funciones, el Consejo de Seguridad procederá de acuerdo con los Propósitos y Principios de las Naciones Unidas.” También declara que “los Miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad de acuerdo con esta Carta”. El principal responsable de la impunidad israelí es Estados Unidos, miembro permanente del Consejo de Seguridad, país más poderoso de la tierra y principal apoyo de Israel, ya que veta continuamente todas resoluciones que condenan a éste. Son los estados individualmente y en conjunto, especialmente dentro de la Organización de las Naciones Unidas, los que tienen los instrumentos legales y la fuerza coercitiva necesarios para mantener la paz y el respeto a los derechos humanos en el mundo. Por ello, además de ser contrario a la ley internacional y al sentido común, es inmoral, además de dañino para el bienestar de la humanidad y los ideales de justicia, libertad, igualdad y progreso para todos los pueblos, que sean los estados los que permitan e incluso favorezcan de distintas maneras a Israel. Existen diversas medidas y sanciones internacionales contra sistemas políticos como los descritos, que se han usado en diferentes contextos: http://www.globalpolicy.org/component/content/article/202/42346.html (Leyes y normativas de aplicación en el caso de sanciones y papel de los organismos internacionales) http://www.scn.org/wwfor/iraqlaw.html (La legislación internacional y sanciones) Las sanciones pueden ser diplomáticas, económicas y militares. Lo que interesa destacar principalmente aquí en primer lugar es que esas medidas están concebidas para ser utilizadas cuando la gravedad de la situación lo exige; en segundo lugar que constituyen una táctica y no un fin. No se puede esgrimir en contra de la aplicación de esas medidas un supuesto derecho de Israel a la defensa, menos aún la existencia de un proceso de paz, el cual es de rango inferior respecto de la ley internacional (la cual viola, además de que es incumplido por Israel constantemente), todavía menos una guerra contra un supuesto peligro islamista. Los crímenes que ha cometido Israel y que sigue cometiendo sin perspectiva de que tengan fin, piden a gritos la aplicación de sanciones de forma inmediata por parte del resto de naciones para acabar con ellos y evitar su multiplicación. Una vez que se consigue este objetivo, las medidas desaparecen, ya que lo se busca es aislar a un gobierno que, por su propia cuenta o con el apoyo de su población, viola gravemente la Carta de las Naciones Unidas.
La campaña de BDS contra Israel y la experiencia del caso sudafricano Frente a las graves y constantes violaciones de los derechos humanos y de la ley internacional por parte de Israel y la complicidad de la comunidad internacional, son cada vez más las personas de todo el mundo que se sitúan del lado de la víctima para intentar detener aquellas violaciones. En el caso de Sudáfrica, mientras que los gobiernos, las instituciones internacionales y las grandes empresas permanecieron en silencio y sólo muy lentamente se incorporaron a la lucha más o menos organizada de las masas, fueron individuos en pequeños grupos, mediante asociaciones libres y actividades en pequeña escala que aumentaron con el paso del tiempo y adquirieron respeto y fuerza, los que lideraron la lucha contra la injusticia, la inhumanidad y la impunidad. No se trata de una lucha contra los israelíes, como tampoco lo era contra los sudafricanos, ni de una lucha contra los judíos, o sea, una manifestación de antisemitismo, como no lo era contra los blancos por el hecho de serlo, sino de una actuación frente a la discriminación de los palestinos de Israel y la ocupación militar por parte de éste de la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Esta movilización popular se conoce como el movimiento –o la campaña- de BDS, que son las siglas en inglés de Global BDS Movement Boycot, Divestment and Sanctions for Palestine, es decir, Movimiento global de boicot, retirada de inversiones y sanciones por Palestina. http://www.bdsmovement.net/ Según se informa en esta página electrónica, “el 9 de julio de 2005, tras la opinión consultiva emitida por la Corte Internacional de Justicia sobre el muro de separación que construye ilegalmente Israel en tierra palestina, una amplia mayoría de ciudadanos palestinos convocó a los ciudadanos de todo el mundo preocupados por la situación en Palestina a boicotear a Israel, de la misma forma que se boicoteó a Sudáfrica en la era del apartheid, hasta que cumpla por completo con la ley internacional y reconozca el derecho inalienable de los palestinos a la autodeterminación”. Con este movimiento a la vez palestino e internacional, sus seguidores intentan presionar a Israel de forma pacífica para que termine con la ocupación y la agresión a los palestinos. Como se observa, uno de los pilares de la campaña es precisamente el recurso a la historia del boicot contra Sudáfrica. El enloquecido ataque de Israel contra Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009, que ocasionó un número de muertos veinte veces superior al de Sharpeville, más de 5000 heridos e incalculable daño moral y material, ha impulsado el movimiento de BDS que cuenta con cinco años. La responsabilidad de los ciudadanos de conciencia y el riesgo que asumen Mientras los políticos occidentales siguen con su farsa sobre la paz y el diálogo entre agresor y víctima, miles de personas son detenidas a mediados de los años ochenta en muchas ciudades del mundo por manifestarse a favor del Movimiento por la Libertad de Sudáfrica. Hoy los partidarios del BDS se enfrentan a una seria amenaza por parte de sus propias autoridades. Aumenta el número de los que se ven perseguidos en democráticos países occidentales por lo mismo. El alcalde de la localidad francesa de Seclin, Jean Claude Willem, hizo un llamamiento al boicot a Israel. Fue denunciado, condenado y multado con 1000 euros en 2002, pero su castigo no acabó aquí. Llevó el caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y lo perdió de nuevo porque éste estimo que su acción “correspondía a una acción discriminatoria y, por lo tanto, condenable”. Cinco activistas escoceses del BDS se enfrentan en estos días a un juicio por ‘conducta racista’, tras una protesta que realizaron contra el asedio israelí de la Franja de Gaza. Interrumpieron una actuación del Jerusalem Quartet en el Festival Internacional de Edimburgo, celebrado en el año 2008, que está formado por cuatro músicos que ostentan el título de “embajadores culturales” del Estado de Israel y “músicos distinguidos de las Fuerzas de Defensa Israelí”. La represión contra los partidarios del BDS tampoco falta en España, donde la policía ha reprimido con violencia a activistas en varias ciudades por mostrar pacíficamente su apoyo al boicot contra Israel. Israel está aumentando la presión sobre los gobiernos de países aliados para que reprima y castigue las acciones de BDS. Para ello emplea una vez más el manido argumento del “antisemitismo creciente en Europa”, “la amenaza de la destrucción de Israel”, los lazos terroristas internacionales”. Conclusión Los horrendos crímenes perpetrados por Israel en Gaza hace algo más de un año, han vuelto a recordar a las personas preocupadas por los derechos humanos, que no resulta moral ni razonablemente aceptable esperar de las instituciones internacionales ni de los gobernantes que cumplan con la ley con la que ellos mismos se han dotado para preservar esos derechos según las Naciones Unidas:
Por otro lado, desde mucho antes del ataque contra Gaza, Israel arrastra una historia de 62 años, los mismos que tiene el país, de violaciones de la ley internacional, en la que nada indica que vaya a terminar próximamente sin intervención exterior. Es por ello que, con el ejemplo de lo ocurrido con el apartheid en Sudáfrica en el siglo pasado, urge la unión organizada de personas que se coloquen del lado de las víctimas, los palestinos hoy, como los negros ayer, para detener esas violaciones. Fuente: el autor y Rebelión |
jueves, 4 de agosto de 2011
El porqué del boicot a Sudáfrica ayer y a Israel hoy
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